21.8.12

Comodoro: abre los ojos


"Comodoro Rivadavia, denominada coloquialmente en la región y en menor medida en el país Comodoro, es la ciudad más populosa de la Provincia de Chubut y la cabecera del Departamento Escalante. Está ubicada al centro este de la Patagonia en el corazón de la zona hidrocarburífera del golfo San Jorge, que es el motor del crecimiento de esta ciudad. Junto con Neuquén, es la ciudad más importante de Patagonia argentina (...)".

Lo de arriba, es parte de lo que encontrás en Wikipedia cuando buscás el significado de "Comodoro Rivadavia", para nosotros "Comodoro", el lugar dónde vivimos, por elección u obligación. Nuestro hogar, dónde muchos nacimos y nos criamos, otros llegaron de grandes, por razones familiares, laborales o simplemente porque eligieron nuestra ciudad como su lugar en el mundo.

En mi caso particular, estuve ausente muchos años, viviendo en otros sitios, sin abandonar ese cariño que uno siente por el lugar en el cual nació y pasó toda su infancia, regresando cada vez que las vacaciones o algún fin de semana largo lo permitía.

¿Qué nos pasó? Cuando abandoné la ciudad, allá por mediados de la década pasada, Comodoro era una ciudad en la que se vivía con tranquilidad, con sus crisis pero próspera al fin. Tenía sus problemas, sí, pero eran aislados y nada que revista gravedad. Con el correr de los años, la sociedad cambió. Los hechos de inseguridad fueron en aumento, proporcionalmente con el crecimiento lógico de una ciudad pujante. Pero, en el último lustro, esa proporción se rompió, pasando por encima a cualquier tasa de criminalidad para una localidad de mediana población. En ese lapso, hay que ser justos, llegó mucha gente de otros puntos del país e, inclusive, de diferentes partes de Latinoamérica. Pero no sería justo relacionar exclusivamente a la "inmigración" con dicha problemática.

En toda ciudad pujante siempre inmigra más gente de la que emigra. En todas, gente buena, honesta y trabajadora, pero también de la otra. Si la llegada de nuevos habitantes fuera la verdadera razón de la excesiva suba de criminalidad en nuestra ciudad, sería igual para otros puntos del país, lo que no sucede.

El problema pasa por la "importación" de vicios relacionados con grandes metrópolis, sumados a los típicos de una ciudad petrolera y portuaria. No necesariamente estos vicios los traen los nuevos pobladores, sino también por imitar a esas urbes, no sólo en lo bueno. Crímenes de todo tipo se han propagado con una velocidad desconocida incluso para los virus más feroces. Delincuentes que actúan con una impunidad inusitada, que son capaces de violar a una nena de SEIS AÑOS como quien va a hacer las compras al supermercado (nota aparte: ¿Qué tipo de sustancia tiene en la cabeza un sujeto capaz de tal aberración?). Se cometen crímenes con la facilidad de quien va a hacer un simple trámite burocrático. El valor de la vida en nuestra ciudad es inversamente proporcional al sueldo de un petrolero. 

La solución no pasa por reclamar a nuestros funcionarios, quienes asumieron el compromiso de terminar con este flagelo y hasta han ido a reclamar ante autoridades judiciales el accionar correspondiente, caiga quien caiga y pese a quien le pese. El intendente Néstor Di Pierro tomó el toro por las astas y se unió personalmente al pedido de los comodorenses, con sus genitales bien puestos. Tampoco podemos reclamar a la policía, quienes arriesgan su vida para detener a un malviviente para luego verlo caminar por las calles a los pocos días.

Señores, tenemos que abrir los ojos. Basta de inocencia, de negligencia, de no ver o no saber ver lo que nos pasa alrededor. Reclamamos ante un hecho que nos conmueve y a las semanas ya nos olvidamos de lo sucedido, total la vida sigue. Tenemos que ser un poco más solidarios, dejar de pensar en que “le pasó a otro”, porque TODOS SOMOS VÍCTIMAS. Salimos con miedo, vivimos encerrados tras rejas, con alarmas y todo tipo de dispositivos de prevención que, al fin y al cabo, muchas veces resultan inútiles ante la impunidad de los criminales.

Nosotros, como sociedad, somos los verdaderos responsables de cambiar la historia. Dejar de pasar al lado del vecino al que le están robando sin hacer nada. Dejar de observar como se maltrata a una mujer o a un niño haciéndonos los distraídos. Ser solidarios, ayudar a prevenir, no depender del accionar de las autoridades. Parece una locura, pero con un granito de arena se puede hacer mucho más si estamos todos unidos. Tengamos memoria, no nos olvidemos fácilmente de las heridas de nuestra ciudad.

La sociedad está enferma. Pero también en ella se encuentran los anticuerpos. La cura somos nosotros. Abramos los ojos.